Apfelstrudel, el postre típico de Viena

Hay muchos tipos de viajes, hoy nos lo demuestra el Apfelstrudel. Podemos viajar físicamente y conocer otros lugares y culturas. Podemos viajar a través de la literatura e incluso del cine. Pero también podemos hacerlo a través de la gastronomía, tanto en el espacio como en el tiempo. Probar un Apfestrudel es disfrutar de uno de los postres más históricos de Viena.

Con el tiempo, este postre se convirtió en el favorito de los emperadores austriacos, se dice que era uno de los postres que más gustaban en la corte del emperador Francisco José y de su esposa Elisabeth Amalie Eugenie Herzogin, que seguramente nos suene más como Sissí.

La historia del Apfelstrudel está ligada al avance del ejército otomano

El Apfelstrudel está compuesto por una masa de hojaldre muy fina que dentro guarda pequeños tacos de manzana crujiente caramelizada en una compota con canela. Suele servirse acompañado de una bola de helado de vainilla o de una crema inglesa.

Su nombre proviene de los términos “Apfel”: manzana y “strudel”: remolino, que alude a el torbellino que conforman las manzanas envueltas por la delgada pasta.  En origen era un alimento que tomaba la gente pobre. Se cree que la receta originaria puede provenir de los soldados jenízaros del imperio Otomano que después de conquistar Bizancio en el 1452 se dirigieron a Viena. En el primer cuarto del siglo XVI, los otomanos se hicieron con Hungría. Luego intentaron hacer lo mismo con Austria, su empeño trató de fructificar en varias ocasiones. Las más destacadas fueron en 1529, con el Sitio de Viena  y en 1683, cuando fueron rechazados por una coalición internacional. En este último intento es cuando la leyenda cuenta que surgió el croissant, hecho con una masa hojaldrada que imitaba la media luna.

Con el tiempo el Apfelstrudel fue perfeccionándose hasta convertirse en el postre que conocemos hoy

Los vieneses se encargaron de perfeccionar el postre

A lo largo de los siglos, los pasteleros vieneses fueron perfeccionando y popularizando el Apfelstrude, que se considera un heredero del baklava, un pastel hecho de pasta de yufka y relleno de pistacho y almendras molidas además de sésamo, semillas de amapola y bañado en almíbar y miel. Es importante señalar que como pueblo nómada, los turcos no conocían la fermentación ni el horno. De modo que elaboraban la masa de sus postres con harina, agua y aceite. La clave estaba en amasarla y extenderla para que quedase lo más fina posible.

Por lo tanto, la masa del Apfelstrudel tiene que ser muy fina, se dice que se considera válida cuando es tan traslúcida que se puede leer a través de ella. Hoy en día, a veces se hace también de masa de hojaldre. En cuanto al relleno se emplea compota de manzana, azúcar, canela, pasas y pan rallado. Es importante que las manzanas tengan un toque de sabor ácido, buen textura y también buen aroma. A veces, si se quiere intensificar el sabor se le añade también un toque de ron. Cuando el pastel ya está montado se cocina en el horno.

Con el tiempo, el postre se haría popular en toda Europa, siendo especialmente popular también en Alemania.

El Apfelstrudel es un postre que suele servirse cuando está todavía caliente, espolvoreándole un poco de azúcar glas por encima. Es pues un postre perfecto para los meses más fríos del año.

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