Cocina

 Qué es la cocina macrobiótica

29 abril, 2024
Qué es la cocina macrobiótica

La cocina está ligada a la cultura y también a las creencias. Hay personas que no comen determinados alimentos, o los limitan durante algunas épocas del año porque su religión los considera impuros. En este sentido, la cocina macrobiótica no es un sistema de alimentación en sí mismo, sino que está ligado a unas determinadas creencias y modo de entender la vida.

El término macrobiótica proviene del griego y significa “vida larga“. Se trata de una filosofía de vida que se basa en la observación y el uso consciente de la energía. Tanto la que proviene de los alimentos como la que se genera en nuestro interior y en nuestro entorno. Su origen se remonta a principios del s. XX. 

La cocina macrobiótica es el tipo de cocina que se adapta a los principios de la macrobiótica, y que tiene como objetivo lograr un equilibrio entre el cuerpo, la mente y el espíritu, mediante la elección de los alimentos y la forma de cocinarlos.

¿En qué se basa la cocina macrobiótica?

La cocina macrobiótica se basa en la teoría del yin y el yang. Dos conceptos del taoismo, que representan a las dos fuerzas opuestas y complementarias que rigen el universo y todo lo que existe en él. Según esta teoría, los alimentos también tienen una naturaleza yin (pasiva) o yang (activa), que influye sobre nuestro organismo y nuestro estado de ánimo. 

Los alimentos yin serían los que dispersan la energía, como las frutas, las verduras, los lácteos, el azúcar o el alcohol. Mientras que los alimentos yang serían los que concentran la energía, como la carne, los huevos, la sal, los cereales o las legumbres.

 La esencia de la cocina macrobiótica es la búsqueda del equilibrio entre los alimentos yin y yang, evitando los extremos y adaptándose a las necesidades de cada persona, según su constitución, su actividad, su clima y su estación.

¿Qué alimentos se consumen?

La cocina macrobiótica se basa principalmente en el consumo de alimentos naturales, integrales, ecológicos y de temporada, que no hayan sido procesados, refinados o alterados químicamente. Los alimentos que se consumen en la cocina macrobiótica son:

Cereales integrales: de hecho, son la base de la alimentación macrobiótica, ya que aportan energía, fibra, vitaminas, minerales y proteínas. Representan entre el 40% y el 60% del total de los alimentos, y se prefieren los que se cultivan en la misma zona geográfica, como el arroz, el trigo, el mijo, la cebada, el centeno o la avena. Se cocinan al vapor, hervidos, al horno o en forma de pan, pasta, galletas o crepes.

Legumbres: son una fuente de proteínas, fibra, hierro, calcio y otros minerales. Su consumo es de entre el 10% y el 20% del total de los alimentos, y se eligen las que se adaptan mejor al clima y a la estación, como las lentejas, los garbanzos, las judías, los guisantes o la soja. Se cocinan hervidas, estofadas, en puré o en forma de tofu, tempeh o miso.

Verduras: son una fuente de vitaminas, minerales, antioxidantes y agua. Representan entre el 20% y el 30% del total de los alimentos, y se escogen las que son de temporada, locales y ecológicas, como las zanahorias, las cebollas, los nabos, las calabazas, las coles, las espinacas o las acelgas. Se cocinan al vapor, salteadas, hervidas, al horno o en forma de ensaladas, sopas o cremas.

Frutas: son una fuente de vitaminas, minerales, antioxidantes y agua. Se consumen entre el 5% y el 10% y se prefieren las que son de temporada, locales y ecológicas, como las manzanas, las peras, los plátanos, las naranjas, los limones o las uvas. Se comen crudas, cocidas, al horno o en forma de zumos, compotas o mermeladas.

Frutos secos y semillas: son una fuente de grasas saludables, proteínas, fibra, calcio y otros minerales. Se eligen los que son naturales y sin sal, como las almendras, las nueces, las avellanas, las pipas de girasol o las de calabaza. Se comen crudos, tostados, molidos o en forma de leches, cremas o salsas.

Algas: son una fuente de yodo, hierro, calcio y otros minerales. Se escogen las que son de calidad y procedencia conocida, como el nori, el wakame, el kombu, el arame o el agar-agar. Se cocinan hervidas, salteadas, al horno o en forma de sopas, ensaladas o guarniciones.

Pescados y mariscos: son una fuente de proteínas, grasas omega-3, yodo y otros minerales. Se prefieren los que son de agua fría y de tamaño pequeño o mediano. Se cocinan al vapor, a la plancha, al horno o en forma de sopas, guisos o escabeches.

Otros alimentos: se consumen de forma ocasional o moderada, y se eligen los que son naturales y ecológicos, como el aceite de oliva, el vinagre de manzana, la sal marina, el azúcar integral, la miel, las especias, las hierbas aromáticas, el té, el café o el vino.

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