Las algas son uno de los ingredientes que hace unos años se han puesto de moda pasando a formar parte de nuestra alimentación. El gusto por las cocinas orientales, especialmente la japonesa, tiene mucho que ver en ello. Y desde luego, el hecho de vivir en un mundo global lo favorece. También porque se consideran como una explosión de sabor o, a veces incluso como un superalimento.
Es verdad que las algas tienen muchos nutrientes (vitamina A, D, E, algunas del grupo B, minerales…) además de fibra. Son un alimento perfecto para consumir de vez en cuando. Sin embargo, pese a lo que podamos pensar, esta idea no es novedosa. Si atendemos a la investigación llevada a cabo por un grupo de antropólogos de la Universidad Vanderbilt (Estados Unidos), los primitivos habitantes de América ya consumían algas hace 14000 años.
De hecho, van un poco más allá y explican que en el primer asentamiento humano que se conoce en América comían algas y otras especies marinas y también las cosechaba. Las investigaciones se han centrado en el yacimiento de Monte Verde que se encuentra en Chile, cerca de la ciudad de Puerto Montt, a día de hoy ubicado a unos 80 kilómetros del mar.
Una de las características de este yacimiento es que se conservan una gran variedad de restos de todo tipo, que han permitido a los investigadores extraer muchas conclusiones sobre el modo de vida de los primeros americanos. Las algas se encontraron entre los utensilios de cocina. Concretamente hablamos de 9 variedades diferentes de algas marinas. Esto deja claro que los habitantes del yacimiento hacían excursiones hasta la costa para recoger diferentes productos marinos que utilizaban como alimentos.
Las algas fueron consumidas por muchos pueblos de la antigüedad
Sabemos que también los neandertales comían pescado como han demostrado otras investigaciones, con lo que podemos inferir que el consumo de algas también se llevó a cabo en fechas tempranas en otros puntos del planeta.
Hacia el año 2700 a. C en un tratado de medicina china se habla de algunas especies de algas por sus propiedades terapéuticas. De hecho, se sabe que su uso era habitual en los pueblos costeros del sudoeste asiático.
Pero también tenemos constancia que en Europa, concretamente en Irlanda se empleaban infusiones de musgo y fucus para tratar los catarros y los problemas de estómago y como bebida revitalizante. También las mujeres romanas utilizaban el fucus en sus tratamientos cosméticos.
En Escocia también se documente el uso de diferentes variedades de algas en su medicina popular desde para sacar furúnculos hasta para detener hemorragias o tratar cefaleas.
A día de hoy, China es el mayor productor del mundo de algas comestibles. Eso garantiza que prácticamente en cualquier supermercado podemos encontrar algas para ensaladas (alga wakame), para sushi (alga nori) e incluso deshidratadas (alga kombu). Son un alimento que tiene un bajo poder calórico y aportan una amplia gama de nutrientes por lo que atraen a muchos consumidores.
Pero por otro lado también tienen un exceso de yodo, algo que preocupa a los expertos. Y es que algunas exceden en más de cinco veces el consumo recomendado de este mineral. Al parecer, nuestra flora intestinal es diferente de la de los japoneses que llevan siglos consumiéndolas. Algunos países como Francia han creado regulaciones para el consumo de algas marinas. En España no existen, pero se recomienda su consumo con moderación.
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